¿Dónde
vais púberes vestales
de
primavera cubiertas?
Mirad
que las olas vienen bravas,
mirad
que la luna está yerta
y
cocodrilos fieros amenazan las sombras
de
los pies descalzos de espumas.
Dejad
los marmóreos acantos
de
la sangre de medusa teñidos
a
mis doctos pies tendidos
para
que cobren vida
los
que por amar
fueron
muertos.
Exquisito y evocador poema, Pat. Un placer leerte.
ResponderEliminarAbrazo, y feliz tarde 💙
El placer es recíproco, aunque yo soy una aprendiza a tu lado.
Eliminar"los que por amar
ResponderEliminarfueron muertos".
¿Y si no hubiesen amado? :)
Un abrazo!
Una vez tuve un clavo
Eliminarclavado en el corazón,
y yo no me acuerdo ya si era aquel clavo
de oro, de hierro o de amor.
Sólo sé que me hizo un mal tan hondo,
que tanto me atormentó,
que yo día y noche sin cesar lloraba
cual lloró Magdalena en la Pasión.
“Señor, que todo lo puedes
—pedile una vez a Dios—,
dame valor para arrancar de un golpe
clavo de tal condición.”
Y diómelo Dios, arranquelo.
Pero... ¿quién pensara?... Después
ya no sentí más tormentos
ni supe qué era dolor;
supe sólo que no sé qué me faltaba
en donde el clavo faltó,
y tal vez... tal vez tuve soledades
de aquella pena... ¡Buen Dios!
Este barro mortal que envuelve el espíritu,
¡quién lo entenderá, Señor!...
Rosalía de Castro.
Precioso poema, Pat.
ResponderEliminarSe agradece un poema cuidado, en palabras y forma.
Felicidades. Una delicia.
Abrazos.
Las descalificaciones, como los halagos, se valoran en función de quien los emite. Y en este caso, viniendo de ti, me producen una gran satisfacción tus palabras... Gracias.
ResponderEliminarCuanta belleza y fuerza en tus palabras,me ha encantado.
ResponderEliminarUn beso
Gracias :)) Con estos comentarios me animáis a seguir escribiendo, aunque la verdad es que leyendoos se aprende un montón.
EliminarUna delicia conocer tu blog, Pat. Aquí estaré.
ResponderEliminarBesos se anís.
Gracias. Es mutuo :)
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